“Un monstruo viene a verme” (A Monster Calls) es una conmovedora historia sobre la pérdida y el consuelo, que nos demuestra la manera en que la intensidad de las ficciones nos permite procesar, y aceptar, eventos trágicos e irreversibles de la realidad.
Dirigida por Nishme Sumar y ejecutada por un elenco de primer nivel, es la historia de un adolescente que experimenta una serie de eventos crueles y tristes, que no puede controlar o que no sabe cómo. Y que, agustiado por todo lo que acontece a su alrededor, es visitado en sueños por un monstruo ambiguo, enérgico pero compasivo, quien le enseña, con mal carácter y a través de varias historias breves, las contradicciones morales que hay en toda decisión. Nadie es completamente bueno o malo, todos tienen luces y sombras. La vida consiste en saber cuál es la verdad, en confiar, en creer en nosotros mismos y, sobre todo, en creer en el ritmo justo del mundo: lo que da y lo que quita no es azaroso ni es un castigo. Hay una verdad en cada suceso, una razón, un balance, un sentido que va más allá de nosotros.
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Erick Abanto López
“La creencia es la mitad de la cura”, dice el monstruo. Y en eso consiste esta historia. En creer. En creer que podemos enfrentar nuestros miedos, que podemos sobrellevar las despedidas finales, que podemos salvarnos del rencor y asumir que hay un ciclo natural para todo, incluso para las desdichas. Que podemos protegernos nosotros mismos del desamparo, y que, por más oscura que esté la noche, por más fuerte que sea la tempestad, la única salida, lo único real, será siempre el cariño, la ternura y el amor.