Desde el instante en que se abre el telón quedas sumergido en una puesta de escena deslumbrante de la obra del dramaturgo Samuel Becket “Días felices”. Los intérpretes hacen una función magistral que a pesar de ser un espectador virtual en donde es sencillo distraerse, cautivan a la audiencia con una representación inigualable e hipnótica.
La función exhibe la inusitada situación que atraviesa Winnie y su esposo Willie, un hombre de pocas palabras a diferencia de su esposa a quien en ningún momento las palabras la abandonan. El lenguaje verbal que emplea está acompañado de conjugaciones de palabras humorísticas, dramáticas y reflexivas que en su mayoría son repetidas pero la elocuencia que tiene es tan sorprendente que incita a continuar siendo un espectador.
Detallando la puesta en escena, Winnie es una mujer que se encuentra atrapada en un bloque de arena realizando minuciosa y repetidamente distintas actividades con pensamientos que emergen de su circunstancia, los cuales están acompañados de recuerdos que desencadenan instantes de felicidad. Esto se contrasta con la realidad que vivimos hoy en día en donde a raíz de la coyuntura estamos atrapados en nuestra casa con las mismas rutinas y con recuerdos que nos traen fragmentos de felicidad.