“Un monstruo viene a verme” (A Monster Calls) es una conmovedora historia sobre la pérdida y el consuelo, que nos demuestra la manera en que la intensidad de las ficciones nos permite procesar, y aceptar, eventos trágicos e irreversibles de la realidad.
Dirigida por Nishme Sumar y ejecutada por un elenco de primer nivel, es la historia de un adolescente que experimenta una serie de eventos crueles y tristes, que no puede controlar o que no sabe cómo. Y que, agustiado por todo lo que acontece a su alrededor, es visitado en sueños por un monstruo ambiguo, enérgico pero compasivo, quien le enseña, con mal carácter y a través de varias historias breves, las contradicciones morales que hay en toda decisión. Nadie es completamente bueno o malo, todos tienen luces y sombras. La vida consiste en saber cuál es la verdad, en confiar, en creer en nosotros mismos y, sobre todo, en creer en el ritmo justo del mundo: lo que da y lo que quita no es azaroso ni es un castigo. Hay una verdad en cada suceso, una razón, un balance, un sentido que va más allá de nosotros.
“La creencia es la mitad de la cura”, dice el monstruo. Y en eso consiste esta historia. En creer. En creer que podemos enfrentar nuestros miedos, que podemos sobrellevar las despedidas finales, que podemos salvarnos del rencor y asumir que hay un ciclo natural para todo, incluso para las desdichas. Que podemos protegernos nosotros mismos del desamparo, y que, por más oscura que esté la noche, por más fuerte que sea la tempestad, la única salida, lo único real, será siempre el cariño, la ternura y el amor.