Escribe Leila Quevedo
Es muy interesante pensar en tener la oportunidad de hablar con tu otro yo temporal (pasado – presente / presente – futuro) pues parten de una idea de esperanza, de oportunidad. Siendo, al mismo tiempo, corresponsal del miedo, pues es la angustia de saber que tienes el poder de cambiarlo todo o no poder cambiar nada.
¿Jugamos a cambiar el juego del destino?
Tener la posibilidad de generar cambios que ayuden a evitar que ese “yo” viva las cosas que ya tocaron vivir o que viva nuevas experiencias que te hubiesen gustado tener. Ser guía de tu propia consciencia y aprender que realmente intentar cambiarlo todo, puede representar un tormento para el futuro, una agonía en el pensar que se depende de esta línea de tiempo pues a su vez representa el presente. Quién tendría la sabiduría de mantenerse cuerdo si la mente juega con una misma entre estos entretejidos del poder, el querer y la espera.
Esta obra no solo cuenta con dos actrices que plasman este crisol de emociones en sus papeles, si no, a un director que logra mantenerte la expectativa de que cada acción puede cambiarlo todo. Con un nuevo formato que permite adaptarnos al nuevo contexto, recomiendo esta obra por sus entramados psicosociales, así como la complejidad del diálogo entre posturas de los personajes.