Días Felices es una obra que nos invita a reflexionar y a sumergirnos en un desolado mundo donde, aparentemente, no hay escapatoria. Nos cuenta la historia de Winnie, una mujer engullida hasta la cintura, presa de la tierra y de un presente monótono. Ella se despierta luego de escuchar un timbre el cual marca el inicio de su itinerario, tal y como comenzaríamos el día con el sonido de una alarma en la mañana…
“Otro día divino”, menciona, y comienza su rutina con cierto optimismo. De repente, aparece en escena su amado esposo Willie, un hombre de pocas palabras que a veces la ignora; sin embargo, para ella es una dicha oír su voz así sea excepcionalmente, porque él es su única compañía al igual que sus preciadas pertenencias.
Días Felices nos hace recordar que incluso en las peores circunstancias, siempre hay una luz al final del túnel. “El hombre se adapta a todas las circunstancias”, eso es algo que a Winnie le encanta, pues nos da la fuerza para resistir al cambio… “Después de todo, hoy habrá sido un día feliz”, se suele decir a sí misma. ¡Qué fortaleza! Qué resiliencia ante las adversidades de la vida. Justo la que necesitamos en estos tiempos tan complicados, donde nos encontramos hacinados en nuestros hogares por temor a una terrible enfermedad. Días Felices es más que solo optimismo, es aprender a reconocer esas cosas importantes de la vida que por más pequeñas que sean, nos hace ser dichosos. Porque la felicidad no es un estado de ánimo, si no es saber que, a pesar de las dificultades, estamos bien, estamos vivos, más vivos que nunca.